Vivir demanda un constante aprendizaje. El día a día es, para quien lo piensa, una cantera aurífera para aprender a vivir mejor, a vivir las pérdidas amando los momentos felices, a tratar de ser más felices. Claro que no todos coincidimos en qué nos trae felicidad. A veces la buscamos en la tenencia de cosas, en placeres, en el logro de metas personales o profesionales, o la dejamos a la buena fortuna. Pero no sustentan la felicidad, suelen ser efímeros, o perder su valor en situaciones de crisis. La felicidad es interior, sencilla, es una sensación de plenitud pese a momentos difíciles.
La felicidad no se compra, no es estable, tampoco es una emoción pasajera. Es una forma de vivir, por eso hay que aprender a ser felices. Buscar ser feliz es propio del humano, por tanto involucra a la razón, a la libertad y a la voluntad.
Para Aristóteles (Ética a Nicómaco, Libro I), es feliz quien vive conforme a virtudes que lo perfeccionan como humano (obrar conforme a la recta razón, ser justo, solidario, honesto, laborioso, ...); las virtudes le permiten una vida en armonía consigo mismo y con los demás. Si la felicidad es el fin de la existencia humana, el máximo bien, las virtudes son el medio para lograrla. La felicidad depende de la virtud, y por tanto de los actos de cada uno.
¿Qué me hace feliz? ¿Qué no? Hay quienes lo han indagado; recojo algo para provocar nuestro propio pensar:
Lo peor es perder el amor a la vida, el miedo a la soledad, a la muerte, a no ser amado.
Lo que nos acerca más a la felicidad:
gratitud por la vida y aceptar todo lo que en ella adviene;
valorar a quienes nos acompañan; perdonar y pedir perdón;
no engañarse a sí mismo y buscar herramientas para superar las crisis;
sentido de finalidad: para qué estamos en la vida, qué podemos, queremos y tenemos que hacer en esta etapa;
buen humor y poner pasión en lo que hacemos;
espiritualidad con sentido de trascendencia, que sostenga la fe y la esperanza;
sentido de precariedad en el tiempo: en esta vida todo pasa, nada dura, salvo el amor.
La felicidad tiene que ver con el amor, lo más parecido a la felicidad es amar y sentirse amado; por eso considero que la felicidad consiste en vivir el amor en la vocación que cada uno ha elegido.
En vez de preocuparnos por cosas que no dependen de nosotros o que no podremos resolver, ocupémonos de VIVIR AMANDO.
Ana María Nieto (ver más)
Biografía; Libros publicados; Sobre el proyecto.