Hay momentos en la vida en que nos hacemos preguntas ineludibles, entre otras, el por qué del dolor, qué sentido tiene lo que hacemos, qué hay después de la muerte. Puntas de iceberg de cuestiones más profundas: ¿quién soy?, ¿adónde voy?, ¿cuál es el sentido de mi vida?
Ni las ciencias ni la filosofía dan respuesta existencial a quién soy y al para qué y destino último de la vida. Aquí es el punto en que hay que reconocer la limitación de la razón humana y abrirse a la posibilidad de otro horizonte donde “aparece el sumando Dios”; entonces las mismas cuestiones adquieren otro significado.
Quizá por eso se espera de la religión o se busca en diferentes espiritualidades la respuesta al enigma de la condición humana. Y, aunque hay quienes reniegan de toda propuesta de fe tildándola de leyenda o mito, la cuestión permanece e interpela, porque el ser humano es el único ser que piensa, cree, ama y espera.
Tenemos la íntima necesidad de la esperanza para seguir caminando en la vida. “Spes” (esperanza) es el nombre de una diosa romana. En cuanto al significado del término, en las “Etimologías”, Isidoro de Sevilla dice que “spes” significa “es pie”, y añade: “lo opuesto a desesperación, porque donde faltan los pies no hay posibilidad alguna de andar”.
Los griegos representaban la esperanza (Elpis) como una joven sonriente, que portaba un ramo de flores en la mano, y en algunas de esas representaciones, aparece con alas. Hesíodo en “Los trabajos y los días”, narró el mito de Pandora en el que la esperanza quedó atrapada en el interior del ánfora. Suele interpretarse como que la esperanza anida en lo más profundo del ser humano, y que las alas son para acercarse cuando éste la invoca.
Elpis es la diosa de la esperanza o la última diosa (en latín: Spes Ultima Dea que significa “la esperanza es lo último que muere”), el último recurso disponible para la humanidad.
En Filosofía, la esperanza es un aspecto radical de la existencia humana. No es un estado pasivo, ni un escape de la realidad. La esperanza genuina es activa, cuenta con razones para esperar, y percibe como posible lo que anhela.
¿Qué se espera?
Siempre se espera un bien, que se cumpla lo anhelado, aunque esto pueda demorarse. La esperanza es la certidumbre de que tiene sentido esperar.
Algunos tiempos son de anhelante espera (como el del nacimiento de un hijo); otros para sostener la esperanza aún cuando estemos cansados de luchar, o pensemos que no vale la pena empezar de nuevo, o que poco y nada podemos hacer.
Todo tiempo es oportuno para hacer una pausa para fortalecer nuestra esperanza que nos permite continuar caminando, porque “caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
Cuanto decepciona ver personas desempeñar su trabajo amargadas, resignadas o “porque no queda otra”. Y como reconforta ver a quienes realizan tareas quizá tediosas disfrutando lo que hacen. Generalmente quienes trabajan en lo que eligieron, son felices en lo que hacen, lo hacen bien y desarrollan un dinamismo interior capaz de generar procesos, situaciones y relaciones enriquecedoras. La alegría les brota de adentro... (ver más)