Comentario editorial de Filosofando
En el Día Mundial de la Filosofía, nos parece oportuno compartir una reseña del XXI Congreso Nacional de Filosofía (AFRA 2025), realizado en septiembre en Mendoza.
En dicho encuentro participaron filósofos sanjuaninos en diversas comisiones, entre ellos la filósofa Alicia Bugallo, autora de esta nota.
¿Qué es la filosofía ambiental?
¿Cuál es la relación actual entre la humanidad y la naturaleza?
¿Qué concepción de ese vínculo predomina en las sociedades industrializadas?
¿Es posible un cambio cultural que nos permita una vida más saludable e integrada en el planeta?
Estas son algunas de las preguntas que nos propone.
Por: Filósofa Alicia Bugallo
En el contexto del XXI Congreso Nacional de Filosofía AFRA, Mendoza, UN de Cuyo, septiembre 2025, tuve la ocasión de organizar y coordinar el Simposio sobre “Filosofía ambiental en el país: desarrollos y proyecciones actuales”1.
El mismo permitió el encuentro de ocho colegas conocedores de las diversas corrientes de la filosofía ambiental, compartiendo sus experiencias sobre autores y tendencias vigentes.
La ecofilosofía puede asociarse al desarrollo de un movimiento de carácter ambientalista (en la Posguerra), como respuesta a la disminución acelerada de la diversidad biocultural y del progresivo deterioro del ambiente biosférico. En Latinoamérica, la conciencia ambiental hizo sinergias con tendencias como la Teología de la Liberación, Filosofía de la Liberación Latinoamericana y expresiones de la contracultura regional. Al “grito de los pobres” se unió el “grito de la tierra”.
Desde tal contexto del Antropoceno, también llamado Gran Aceleración a partir de los años 50’, se cuestiona la marginación socioambiental de pobres y minorías desamparadas, la explotación irracional y distribución injusta de los recursos básicos en la región, la contaminación ambiental, los graves daños al hombre y sus hábitats, etc. Esto resalta el carácter fuertemente ecopolítico en los inicios de la filosofía ambiental.
En la Argentina, la reflexión ecofilosófica encontró su primer canal de expresión en producciones de la contracultura, como la revista Mutantia (Buenos Aires, 1980-1987) bajo la dirección del ensayista Miguel Grinberg.
En mi ponencia “Aspectos distintivos de la recepción y asimilación de la filosofía ambiental en el país (1980- )”, pude reseñar cómo las Mutantia exploraron ámbitos con gran relevancia epocal, como las ciencias de la complejidad, indigenismo latinoamericano, espiritualidad, propuestas alternativas de la economía y el desarrollo, junto a un amplio espacio para los movimientos antinucleares y del ambientalismo científico, etc.
Pero, además, con carácter excepcional, incorporaron el pensamiento ambiental filosófico y ecosófico, con textos de ecofilosofia —traducidos al español— de autores desconocidos en el país, como Henryk Skolimowski, Gary Snyder y Arne Naess2.
Para el período referido en el Simposio (a partir de 1980 a la actualidad), se han identificado en nuestro país producciones en las distintas dimensiones de la filosofía ambiental (ética, ontología, epistemología, educación, etc.) por parte de colegas interesados/as en esa temática emergente.
En su exposición sobre “Aspectos de una trayectoria en la filosofía ambiental en la Argentina”, el Dr. Ricardo Pobierzym (de la UBA) destacó una producción significativa de libros, artículos, entradas, en el país y el exterior, tesis de licenciatura y doctorado, así como trabajos conjuntos con colegas de otras latitudes3.
Los temas más frecuentados versan sobre antropocentrismo fuerte, antropocentrismo débil, especismo, ecocentrismo, ontología relacional, neomaterialismo, antropología ecofilosófica, giro político y giro afectivo de la filosofía ambiental, filosofía ecofeminista, justicia ambiental intergeneracional, ecosofías, conservación biocultural, ética ambiental comparada, entre tantos.
En este sentido, recibimos con gran interés el trabajo de la Dra. Clara Olmedo (UNdeChilecito / RIIDDS) sobre “Isotopías de la Contaminación y Basurización de Nonogasta, Provincia de La Rioja”, complementado por “Fitorremediación in situ con plantas nativas y su aceptación social” del Prof. Doctorando Bruno Augusto Albornoz (INBIOFIV, UNT-CONICET).
La propuesta del Dr. Iñaki Ceberio de León, (UNdeChilecito / CEAM-UACh / RIIDDS) “¿Qué respuestas puede ofrecer la ética ambiental ante el conflicto socioambiental de la curtiembre de Nonogasta, La Rioja?” permitió reforzar el debate sobre una aguda problemática regional.
Dos colegas sanjuaninas aportaron sus perspectivas desde la necesaria renovación epistemológica que impone el complejo pensamiento ecofilosófico. Así, las ponencias de la Dra. Liliana B. Martínez Dávila, FFHyA, UNSJ “Armonizando la complejidad de la filosofía ambiental y la problemática tecnológica sobre la región cultural e identitaria cuyana”, y “Sustentabilidad cultural como resistencia filosófico-ambiental a la injerencia neocolonial” por la Dra. María Cristina Laplagne Sarmiento, Facultad de Ingeniería, UNSJ.
Cabe destacar que nuestra colaboración con diversos colegas sanjuaninos en temas de ecofilosofía lleva ya varias décadas4.
Finalmente, el aporte de la Profesora María Cristina Roth (U.N. de la Patagonia) permitió un acercamiento significativo a un tema poco conocido y valorado, con “Ética ambiental y conservación biocultural: un caso paradigmático de la Colonia Galesa en la Patagonia Argentina”.
La perspectiva contemporánea de la especie humana transitando un riesgoso Antropoceno, exige la reflexión insoslayable de su condición existencial relacional, de eco-antropeidad, interhumana y con lo otro-que-humano.
El encuentro en el Simposio permitió compartir tanto abordajes fructíferos para el tratamiento del pensamiento ecosófico contemporáneo como así nuevas propuestas. Se destacó a la ecofilosofía como ámbito de docencia e investigación, con ejemplos de innovación curricular en el área de las humanidades ambientales.
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1 Dra. Alicia Irene Bugallo (autora de este reseña) docente-investigadora en filosofía ambiental, antropología ecofilosófica, ecosofías; autora de libros y artículos sobre la especialidad (UBA, UCES, UM, UNSJ, UNS, UCA, RIHUA).
2 Bugallo, Alicia I., “Recepción de la Filosofía Ambiental en el contexto de la contracultura argentina (In memoriam Miguel Grinberg 1937-2022)”, Revista Contribuciones Científicas, N° 5, 2023, Adicus, San Juan, pp. 54-61. https://online.fliphtml5.com/tnenq/fdwf/#p=6
3 Bugallo, Alicia I., Gutiérrez, Daniel, Cosso, Oriana, “La Filosofía ambiental en el ámbito académico de nuestro país; algunos desarrollos y lineamientos problemáticos”, Revista Cuadernos del Sur, Universidad Nacional del Sur, Nº 46 (Vol. 1) 2017, pp.33-52
4 Palacio Mercedes, Martínez Liliana, Bugallo, Alicia I. ‘Desarrollos en Filosofía Ambiental desde el Instituto de Filosofía de la UNSJ’, Revista Contribuciones Científicas, N° 2, 2020, pp. 15-20. Adicus, San Juan. https://www.adicus.org.ar/ccpu2-dfaif/; Tambien Bugallo, Alicia I, La Valle María T., ‘Some Initial Approaches to Environmental Philosophy in Argentina’, Environmental Ethics, Winter 2012, Volume 34, 4, The Center for Environmental Philosophy, The University of North Texas, pp. 411-421
La creciente expansión de la problemática socioambiental desde mediados del siglo XX, ha venido influyendo sobre el campo de la filosofía, en especial de la filosofía práctica, a través del cuestionamiento de creencias, valores y metas de una civilización industrial insustentable en el mediano y largo plazo.
El ambientalismo puramente reformista permanece centrado en adoptar medidas correctivas sobre los efectos dañinos en el ambiente, que, si bien son muy necesarias, no llegan a las raíces del problema. Por su parte, y sin descuidar la causa material, la filosofía ambiental —o ecofilosofía— asume que para mitigar o superar los aspectos negativos de tal desorden material habrá que tener en cuenta la raíz ideológica y espiritual de la problemática.
La filosofía ambiental se nutre con los aportes de las ciencias naturales y del ambiente (ecología, biología de la conservación, microbiología, geología, etc.). No obstante, la incorporación de tópicos socio-culturales a la consideración de la problemática ambiental global (antropología cultural, sociología, ecología social, economía ecológica, etc.), supuso aceptar cambios conceptuales, epistemológicos y metodológicos 1.
Desde su tarea de proponer abordajes alternativos preferibles a la relación Humanidad-Naturaleza vigente —en lo global—, la ecofilosofía ha producido una importante serie de neologismos y asociaciones conceptuales específicas. Si bien tales ideas permiten identificar líneas de abordaje propias de diversos pensadores, en general son compartidas y no implican tendencias fijas en compartimentos cerrados.
Así, se pueden mencionar, entre ellas:
Ética de la tierra (Aldo Leopold)
Ecofilosofía (Henryk Skolimowski)
Ecología superficial, ecología profunda (Arne Naess)
Ontología relacional, neomaterialismo (Arne Naess, Donna Haraway, Rosi Braidotti)
Ecosofía (Arne Naess, Félix Guattari, Bruno Latour)
Antropocentrismo débil, antropocentrismo fuerte (Bryan Norton)
Contrato natural (Michel Sèrres)
Ética ambiental latinoamericana (Ricardo Rozzi, Enrique Leff, Arturo Escobar, Leonardo Boff)
Justicia ambiental intergeneracional (Emmanuel Agius)
Liberación animal (Peter Singer, Tom Regan, Alicia Puleo)
La emergencia de la ecofilosofía generó también la necesidad de una educación ambiental reflexiva y profunda, más allá de la necesaria alfabetización ecológica, con implicancias filosóficas, espirituales y de ética ambiental 2.
De su rol pragmático y disposición crítica se desprenden diversos objetivos, que son compartidos en general por todos los interesados en el desarrollo de la ecofilosofía, en sus distintas versiones:
Promover una imagen actualizada del ser humano, con apoyo en las ciencias y con aportes de ecosofías diversas a las del mundo industrializado.
Sostener la relevancia de la diversidad biocultural, con la necesaria justicia ambiental 3.
Brindar un aporte significativo a la construcción de un imaginario cultural alternativo, con sustentabilidad a largo plazo 4.
Reducir la indiferencia hacia lo otro-que-humano.
No someterse necesariamente a las sendas de un saber excluyentemente lógico, racionalista objetivante, abstractizante, simplificador, reduccionista.
Asumir el ‘giro afectivo’ de las ecosofías, con una valoración de la intuición, de las experiencias directas de identificación, y de emociones como: serenidad, alegría, gratitud, interés, inspiración, asombro, biofilia, etc.
Pero sin duda, el corazón de todos sus desarrollos, en los últimos sesenta años, es la intencionalidad de superar el antropocentrismo fuerte y orientar el comportamiento humano hacia estilos sustentables de antropocentrismo débil o humilde. De hecho, la Humanidad ha devenido una variable geofísico-químico-biológica de relevancia en el contexto geofísico-químico-biológico de la Biosfera, lo cual nos mueve a proponer una transición ecosocial y cultural alternativa.
Desde Kant y la modernidad, solemos asociar la antropología filosófica con tres preguntas: ¿Qué puedo conocer? ¿Qué debo hacer? ¿Qué me cabe esperar?, las que culminarían en la pregunta ¿Qué es el hombre?
Respecto de la primera, en el último siglo nuestro conocimiento de la realidad se ha incrementado en grado sumo; aunque no se trata sólo de mi finitud sino de mi participación real en la potencialidad del ser que me rodea. Pero ¿están sacando nuestras facultades provecho para pensar y actuar acorde a tal complejidad?
Respecto de la segunda, la humanidad siempre ha experimentado el deber y en numerosas ocasiones pudo encontrar nuevos caminos para su obrar más justo; pero ¿tendremos las habilidades para el desafío actual y futuro del Antropoceno en expansión?
Sobre la tercera, todas las culturas han planteado su fe en que hay algo que cabe esperar, que la vida tiene sentido y me es permitido esperarlo. La ecofilosofía y las ecoteologías nos indican hoy, desde una reconversión ecológica, que el sentido de mi vida depende de la conducta hacia la vida en totalidad y con la vida otra-que-humana 5.
Pensar la cuarta pregunta, ¿Qué es el hombre? pero a la luz de las novedades de las otras tres, tal vez nos enfrente a un nuevo campo de la filosofía contemporánea que bien cabría llamarse antropología ecofilosófica, a fin de dar cuenta del escenario diferente en que se despliega la vida humana a partir del último siglo.
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1 Bugallo, A I., ‘Integración de ciencia y sabiduría en la filosofía ambiental contemporánea’ en Actas del IV Congreso Internacional de la Sociedad Académica de Filosofía, SAF, ‘Pensar el Futuro’ Madrid, 4 al 6 de febrero de 2009, pp. 935-945
2 Bugallo, Alicia I., ‘Filosofía ambiental, componente necesario de una educación ambiental más allá del ambientalismo’, en Rubinelli, María L. (comp.) ¿Los otros como nosotros? Interculturalidad y ciudadanía en la escuela. Reflexiones desde América Latina, pp, 99-112, Tomo III, 2011
3 Bugallo A. I. ‘Ecofilosofía y problemática ambiental global; la idea de un espacio seguro y justo para la humanidad’ Ecoepisteme. Sustentabilidad y Conservación. Celina Lértora (coord.) 2015 pp.11-22 Ediciones FEPAI
4 Bugallo, A. I., “Cuidado socio-ambiental y economía de los recursos; tensiones y controversias hacia una ética ambiental” en Revista Cultura Económica Año XXXVI, N°96 diciembre 2018, pp. 17-44
5 Bugallo, A. I., ‘Los valores de la biodiversidad a partir del Documento de Aparecida y otros textos eclesiales; ¿un nuevo ámbito para el diálogo entre ciencia y religión?’, Florio Lucio (dir.) Quaerentibus. Teología y Ciencias, Año 6, Número Especial, Volumen 2: Biología y Fe, febrero 2017, UPAEP, Puebla, México, pp. 119-144
Doctora en Filosofía, docente de posgrado e investigadora, en las universidades de Lanús, Buenos Aires, San Juan, Morón y Universidad Católica Argentina. Autora de libros referidos a su especialidad, como también de diversos trabajos sobre ecofilosofía y antropología ecofilosófica.