Hay momentos en la vida en los cuales, aún ocupándonos en diversas actividades, nada nos satisface interiormente. Asoma un cansancio, cierta desazón, aburrimiento. El tedio, llamado "el mal del siglo" por Chateaubriand en su novela "René" (1802), refiriéndose al "humor" de su época, continúa siendo una experiencia común hasta hoy.
Juan de Dios Peza, en el poema "Reír llorando" sobre Garrick, el gran cómico británico, describe ese "spleen" que traducido es malhumor por tedio. Tenía todo pero... "nada me causa encanto ni atractivo, no me importa mi nombre ni mi suerte...". Se adueñó de él la tristeza que lo llevó a la depresión. Y termina el poema: "Cuántos hay que cansados de la vida, enfermos de pesar, muertos de tedio, hacen reír como el actor suicida, sin encontrar para su mal remedio!"
El tedio es un aburrimiento extremo, nada place y nada se desea. No es ausencia de bienes, sino que éstos no colman ni otorgan felicidad. Tanta necesidad creada genera vértigo por poseer lo que sea, se vive agitadamente, pero a la vez hay una sensación de carencia que ningún bien logra satisfacer; se experimenta un gran vacío que desemboca en angustia.
Desde la psicología, Sergio Sanz Navarro (2007) afirma que cuando el aburrimiento no se puede trascender, se tiende a la transgresión como resultado de agarrarse a algo con tal de sentir, aunque para ello se tenga que atravesar una ley moral o se perjudique a sí mismo, como es el caso de multitud de adicciones como huida del aburrimiento.
Desde Pascal hasta Nietzsche, la filosofía se ocupó del tedio. Schopenhauer decía que el barco de nuestra vida navega entre dos grandes monstruos: Escila y Caribdis, la agitación y el tedio... el tedio es un monstruo que nos devora con su bostezo.
Para Heidegger, el aburrimiento lleva al hastío y éste al tedio, y con él nos invade la nada que consume toda la energía. Señala que el aburrimiento sobreviene y se traga a quien lo padece: su acción es la de una niebla callada y silenciosa en la que "uno" de pronto se siente extraño, casi agotado ("Qué es la metafísica"). Pero en este aburrimiento hay posibilidades, porque en este estado algo empieza a movilizarse en el interior, y por tanto puede haber un nuevo comienzo, un volver a ver todas las cosas de una manera más sencilla, intensa y duradera. (2)
"¡Oh, vida monótona y gris, cuántos tesoros encierras”
En el fondo, lo que se quiere es ser feliz. ¿Será que se busca la felicidad por carriles equivocados?, porque no está en el tener, en el poder, en aparentar, en el placer, en actividades que entretienen por un rato; sino en la necesidad de ser.
En situaciones como esta es esencial encontrarse consigo mismo. "Podrás recorrer el mundo pero tendrás que volver a ti". Lo que sucede es que el humano teme estar a solas consigo y con sus propias carencias (quizá por eso busca sinfín de actividades). Decía Pascal, "aquél que es capaz de estar a solas en su habitación, es capaz de pararse frente al aburrimiento y ser feliz".
Habrá que redescubrir lo bueno, verdadero y bello de la vida.
Reencontrarse, evaluar la propia vida, ver qué hay que cambiar y volver a empezar.
Amarse sin ego ni egoísmos.
Admirarse de las maravillas gratuitas que cada nuevo día nos ofrece y ser agradecidos.
Disfrutar las cosas simples de la vida.
Hacer del tiempo muerto, un tiempo nutritivo.
Eludir la queja, el querer controlar todo.
No arrastrar rencor ni culpa.
Relacionarnos con los demás desde los afectos.
La mayor necesidad humana es amar y sentirse amado, sentir que se vale, más allá de las posesiones, salud o enfermedad, de triunfos o fracasos.
"La pobreza más grande del hombre es la falta de amor"
Madre Teresa de Calcuta.
Amar a los demás es mirar la necesidad ajena, compartir, servir. Buscar al Dios escondido que está a la vuelta y nos espera.
(1) Sergio Sanz Navarro citado por Alberto Jose Varela (2017) “Tedio existencial y angustia…”. albertojosevarela.com
(2) Vial Puga, Alejandra (2017) ”El tedio como punto de partida” Publicado en La Panera, N. 87 letras.mysite.com
La cuestión del sentido de la vida se presenta en algún momento de nuestra existencia, detrás de preguntas ineludibles: ¿para qué estudio? ¿para qué trabajo? ¿para qué hago lo que hago? ¿es esto lo que quiero para mí en la vida? Pasando en limpio: ¿cuáles son los valores, ideales, acciones que otorgan sentido al vivir cotidiano?
"Creo que nadie puede dar una respuesta, ni decir qué puerta hay que tocar... a pesar de tanta melancolía, tanta pena y tanta herida, solo se trata de vivir" (Lito Nebbia)... (ver más)