Si algo caracteriza al ser humano es el poder hablar y comunicarse mediante palabras. El ser humano es un “zoon logos”, es decir, un “ser vivo que posee palabra”, ese es el significado de hombre en griego. Y dado que “logos” es tanto palabra como pensamiento, el sentido refiere a la palabra y al pensar como atributos propios del ser humano, por eso al traducirse al latín quedó el significado de hombre como “animal racional”.
Hay palabras que alivian, que liberan; otras punzantes, que hieren. Con palabras podemos dar a conocer un hecho, un pensamiento, construir puentes entre los seres humanos; pero también con ellas se puede confundir o destruir. ¡El poder de la palabra! Habrá que ejercitar el pensar antes de hablar, sopesar las palabras a decir, ponderar su efecto y escuchar el consejo de los sabios: ¿es verdadero?, ¿es necesario?, ¿es bueno?, entonces habla. Es que:
“Toda palabra llama a otra palabra.
Toda palabra es un imán verbal,
un polo de atracción variable
que inaugura siempre nuevas constelaciones.
Una palabra es todo el lenguaje,
pero es también la fundación
de todas las transgresiones del lenguaje,
la base donde se afirma siempre
un antilenguaje. [...]
Una palabra puede abrir una puerta.
Dos palabras la borran.” (1)
Poder hablar implica poder hacer silencio. En el decir de Paul Masson, con las palabras el hombre supera a los animales, con el silencio se supera a sí mismo.
Silencio y palabra son esenciales en la comunicación humana, sin silencio no se escuchan las palabras. Hacer silencio para escuchar al otro es mucho más que no hablar; es una disposición activa de querer recepcionar la palabra del otro aún antes de que sea pronunciada, (por eso el amor se nutre también de los silencios, y a veces, un silencio dice más que muchas palabras).
En el silencio emerge en todo su valor la palabra, pronunciada o escrita.
“La palabra se levanta
de la página escrita. [...]
anda
sobre un hilo tendido
del silencio al grito,
sobre el filo del decir estricto [...]
Inocencia y no ciencia:
Para hablar, aprender a callar.” (2)
Usar la palabra implica siempre una responsabilidad.
“El hombre es señor de sus silencios y esclavo de sus palabras”.
Cuidar la palabra es no vaciarla de su significado; las palabras huecas dejan de significar y pierden valor en la comunicación humana. Se gastan las palabras…
Honrar la palabra es no tergiversarla, retorcerla o descontextualizarla para hacerle decir lo que no estuvo en la intención del dicente. Esta es quizá la peor manera en que las palabras pueden ser adulteradas, convertidas en armas destructivas para la gente en ambos lados de la ecuación, escribió un amigo.
Respetar la palabra decían nuestros abuelos , entendiendo que un hombre “de palabra” es quien cumple lo que dice, la palabra se hace realidad y resulta confiable, permite creer en lo que se dice y en quien lo dice.
Se trata entonces de empoderar el valor de la palabra para construir diálogos, acuerdos, consensos; y quizá también para mejorar la empobrecida calidad de nuestras relaciones.
(1) Roberto Juarroz (2008) “Toda Palabra llama a otra palabra”, “Poesía Vertical” Antología 1958-1993; Colección Visor de Poesía.
(2) Octavio Paz “La palabra dicha” https://www.poesi.as
En los tiempos de crisis, se palpa la tristeza por múltiples dificultades o simplemente por la angustia e incertidumbre del futuro. En esas situaciones, ¡cuánto cuesta ponerse metas o sostener el esfuerzo por cumplirlas! El desaliento parece ganar terreno.
Circula un cuento que relata que el diablo un día decidió cerrar su negocio y rematar sus herramientas. Un hombre interesado en ellas decide visitarlo para comprarle alguna. Mira una y otra, y pregunta precios; por caso, “el odio” vale tanto, la “vanidad” más o menos igual... (ver más)