“¡Todo vale!” escucho de vez en cuando en tono de pesada resignación. Me quedé pensando… si todo vale… ¡nada vale!, “¡todo es igual!, ¡nada es mejor!”… como dice “Cambalache”.
¿Todo vale? No lo pienso así. ¿Todo vale en política? ¿La calumnia, la agresión,… ¿"el fin justifica los medios"? ¿Todo vale en internet, las fake news, la pornografía… o en medios de comunicación, en nombre de la libertad de expresión? ¿Todo vale en economía? ¿La reducción de mercaderías en góndola para generar necesidad y aumentar precios, en nombre del libre juego de la oferta y la demanda?
No "todo vale", al menos no vale igual… no es lo mismo un burro que un buen profesor…
La frase de “Todo vale” fue acuñada por un filósofo de la ciencia, Paul Feyerabend, quien al considerar que no hay método científico infalible, resumió sus teorías críticas de las ciencias en esa frase.
No sé cómo, ni por qué, ni cuándo, dicha frase comenzó a utilizarse como sinónimo de libertad total, “haz lo que quieras, todo da igual, todo vale”.
Sabemos que la libertad no es eso, es una elección responsable y como tal, exige sopesar el valor intrínseco de las cosas; implica discernimiento, palabra latina que significa distinguir, separar, cribar.
La criba se usaba en el campo para separar el grano de trigo de la paja y por eso el término se usa cuando se trata de separar cosas que son buenas para algo de las que no lo son.
Discernir es la capacidad de distinguir con la razón bien las cosas; nos permite comprender la diferencia existente entre ellas, valorar acciones, si son buenas o malas, correctas o incorrectas, y advertir las consecuencias que se siguen de una y de otra.
Ejercitar el discernimiento otorga prudencia, “criterio” para actuar en la vida personal y social; su falta afecta la toma de decisiones correctas.
Quien no ejerce la capacidad de discernir suele actuar imprudentemente, puede ser “insensato”, porque no pondera o evalúa las consecuencias. El ejemplo típico es de quien debe conducir y acepta beber, sin sopesar el peligro al que se expone y expone a los demás.
El “Todo vale” conduce a una falsa y dañina libertad, carcome la responsabilidad.
No todo da igual; el “todo vale”, asiento con Discépolo, es un “…atropello a la razón!”.
Me preguntaron qué es la docencia para mí y respondí ¡una pasión! Sí, una pasión que nace del alma, que perdura a pesar del tiempo. Jubilada, debo soportar el síndrome de abstinencia.
He sido muy feliz en los años de docencia frente a alumnos tanto en primaria, secundaria, y en la universidad. La vida me dio la oportunidad de orientar el rumbo de la educación y lo hice con esmero, responsabilidad; pero siempre extrañando el vínculo inigualable que se da en el aula... (ver más)