En este mundo que cambia y nos desacomoda permanentemente, hay que cuestionarse muchas cosas. ¿Sabemos qué mundo queremos? ¿Cuál es la meta que queremos alcanzar como sociedad? ¿Qué valores necesitamos? ¿Hoy se pueden transmitir en la familia, en la escuela?
En los años 90, la ONU argumentó que los problemas globales no solo requerían soluciones globales, sino también valores globales. Hubo consenso en valores como la inclusión, igualdad de oportunidades, no discriminación, respeto a la diversidad cultural, derechos subjetivos, empoderamiento de la mujer, entre otros que han enriquecido el planteo ético.
Hay coincidencia en estos valores pero se desdibujan otros como el de la libertad responsable y solidaria, la cooperación, el sacrificio, el derecho a la libertad de conciencia, los deberes… pareciera que hay valores “molestos”.
Sin embargo, subsisten preguntas que no se pueden acallar. ¿Se puede ejercer la libertad personal como un derecho autónomo de todo orden moral? ¿Cuándo lo bueno o lo malo dejan de serlo?
Entramos en camino resbaladizo si no aceptamos que toda acción humana es susceptible de valoración moral si es realizada con libre albedrío y conciencia moral. Si esto no fuese así, se queda sin respaldo el Derecho, porque las normas que regulan la conducta se asientan en valores que requieren la dignidad humana y la sociedad.
Vivimos en una sociedad plural con distintos códigos morales, lo cual requiere un ejercicio de discernimiento, pero la pregunta es ¿no se puede repensar y consentir en valores que impulsen una ética abierta pero no gelatinosa para este nuevo mundo? Somos responsables de un mundo más humano y es tarea de la ética orientar la conducta humana hacia el bien de las personas y de los pueblos.
La filósofa Adela Cortina (2021) señala que la falta de ética depara lamentables consecuencias y que “los vacíos éticos”, como la mentira de oficio, la impericia, la ignorancia, el cortoplacismo y el facilismo, en lugar de moralizar, desmoralizan, al decir de Ortega y Gasset.
“Compartir valores conforma el capital ético de un pueblo” afirma Cortina (2021), y por eso propone una “ética de mínimos morales que deben ser necesariamente exigidos para una normal convivencia”.
Habrá que definir metas y fatigar caminos para construir una ética de verdadero pluralismo, de diálogo entre los que se reconocen diferentes; buscar coincidencias en valores de “verdad, justicia, amor y libertad” que empoderen la dignidad humana, la convivencia basada en el respeto, el diálogo y la cooperación, que faciliten el desarrollo real y solidario entre los pueblos, y sustenten la paz.
Es una tarea esencial que nos involucra a todos sin autoexclusiones.
Cortina, A. (2021) Etica Cosmopolita, Editorial. Paidós.
El mundo cambia vertiginosamente y esto genera incertidumbre. Sentimos que necesitamos un GPS para orientarnos y entender nuevas ideas que de pronto dominan el escenario sin dar tiempo a análisis o críticas. Se nos hace difícil la legítima tarea de intelección de la realidad, más aún si adoptamos una actitud de rechazo “al bulto”, que impide ver lo nuevo como oportunidad para cambios de fondo que hacen falta.
¿Cuáles son los desafíos de este tiempo? ¿Cómo construir a partir de ellos? No cabe dejar fluir, tampoco el gatopardismo. Corresponde ubicarnos en el nuevo mapa para avizorar caminos posibles... (ver más)