Hay billetes falsos, mensajes falsos, noticias falsas… Vivimos en un muelle colchón de mentiras muchas veces aceptadas a sabiendas, y propaladas porque “salió en tal medio de comunicación” o “me lo enviaron por WhatsApp” o “así me lo dijeron”. El problema es cuando la mentira nos toca en primera persona, o nos afecta, entonces reaparece el valor de la verdad.
El tema de la verdad es insoslayable para la filosofía, desde los primeros pensadores hasta este tiempo posmoderno de verdades líquidas y mentiras sólidas. Y lo es, porque el hombre necesita la verdad para sí mismo, las relaciones interpersonales, y ni qué decir en otros ámbitos, porque sin verdad no hay libertad genuina, no hay justicia, es imposible la convivencia y la paz.
Un aporte de la filosofía es distinguir tipos de verdades:
la ontológica (cada ser es lo que es);
la verdad lógica cuando el juicio corresponde y se verifica con la realidad, cuando se afirma que algo es tal cosa, y realmente lo es. Es error si afirmo que algo es lo que no es (veo una nube de polvo y afirmo de buena fe que viene un tornado, pero en realidad se acerca un grupo de jinetes).
Hay que distinguir algo más: si digo algo falso creyendo que es verdadero, es error; pero si digo algo falso sabiendo que lo es, se trata de una mentira.
“Nuestras mentiras reflejan, simultáneamente, nuestras carencias y apetitos,
lo que no somos y lo que deseamos ser”
Octavio Paz, “El laberinto de la soledad”, FCE, México.
Decir algo contrario a lo que pienso, es mentir. En la mentira hay intención de engañar al otro; de hacerle creer que es, lo que sé que no es. Hacer algo contrario a lo que pienso, es hipocresía. Mentira e hipocresía afectan las relaciones sociales; son faltas a la verdad moral. Hay verdad moral cuando la intención es recta y hay coherencia entre el pensar, el decir y el actuar. La verdad nos hace creíbles, dignos de confianza, permite construir relaciones sólidas.
Hoy se tiene por verdad lo que se instala como tal en los medios de comunicación, redes sociales,… El problema es que la información puede ser verdadera o falsa, pero se instala y es aceptada como verdadera. Así se tiene como verdadero lo que las personas consideran como tal; a esto se llama “verdad social”.
Pero ¡cuidado! que “lo que es tenido por real, es real en sus consecuencias” (Thomas*). He aquí los peligros de la “mentira social” cualquiera sea el formato de que se valga. Sin verdad el hombre acaba aceptando lo erróneo como verdadero. Debemos hacernos cargo de que todos tenemos responsabilidad frente al uso e interpretación de la información, aún cuando se trate de datos reales.
El ser humano tiene derecho a la verdad, y lo tienen los pueblos.
Mentir lesiona el derecho del otro a conocer la verdad debida; y hay mentiras que generan brechas difíciles de superar.
*Teorema de Thomas
El tema de la memoria es atrapante. Cada día sabemos más sobre los procesos de adquisición, consolidación, entrenamiento y pérdida de la memoria. Que el BB al nacer identifica algunos sonidos escuchados en el vientre materno (un modo de recordar), resulta sencillamente maravilloso.
Elegimos qué recordar, y a veces, elegimos olvidar; otras tantas la memoria nos sorprende cuando emerge insospechadamente “algo” que aparentemente habíamos olvidado por completo. “Rememorar” y “Recordar”, suelen usarse indistintamente, sin embargo los significados no son idénticos... (ver más)