Vivimos en una constante búsqueda de la felicidad y muchas veces la buscamos en lo exterior (viajes, dinero, adquisiciones…) o en la suma de “momentos” placenteros o dichosos. Sin embargo, aun poseyéndolos, suele quedar una sensación de vacío que nos da la pista que no va por ahí el camino. Es que la felicidad es interior, sencilla, es un estado o sensación de plenitud, de alegría serena, de paz, aun cuando los momentos sean difíciles. La felicidad tiene que ver con el amor. Ser amado y amar es la mayor necesidad de la persona y fuente de felicidad.
Los griegos distinguían cuatro formas de amor: el amor de padres e hijos, filial (storge) cuyas características son la ternura, el cuidado, la protección; el amor de amistad y a la humanidad (fileo); el amor romántico pasional, sensual, sexual (eros); y el amor desinteresado, voluntario, libre, incondicional, que implica entrega, donación y es capaz de dar la vida por el bien del amado (ágape). Este no se contradice con los otros, sino que los perfecciona.
Un nombre del amor es AMISTAD. Para Aristóteles, la amistad es un bien sin el cual será imposible alcanzar la felicidad “… es lo más necesario para la vida. Sin amigos nadie querría vivir, aun cuando poseyera todos los demás bienes…” (Ética a Nicómaco 1165).
El amor de amistad es para él “querer para alguien lo que se piensa que es bueno, por su bien…, y estar inclinado en la medida de lo posible, a hacer tales cosas por él” (Retórica 1380 b). Distingue por ello, una amistad de conveniencia o de placer, de la amistad virtuosa “la amistad es en efecto una virtud, o va acompañada de virtud. …”. La amistad virtuosa es la verdadera, los amigos comparten una apreciación de lo bueno de la vida; por eso Aristóteles incluye la amistad también como virtud social.
El amor de amigo es libre, acepta al otro como es, no juzga, disimula los defectos; enciende una luz para evitar que el amigo tropiece; y si esto sucede, está atento para extender su mano. Es un amor humilde, dispuesto a servir; no espera ser correspondido; es respeto y afecto mutuo; se nutre de confianza, se hace cercanía y compromiso que no conoce de tiempos.
Un amigo verdadero acompaña con discreción; no solo oye, sino que escucha; trata de comprender y adivinar qué dolor hay detrás de tus palabras; quizá hable poco, pero ha pasado por su corazón las suyas antes de pronunciarlas.
No dice lo que quieres oír, sino lo que considera hace bien a tu vida aunque duela; y es claro para decirte en lo que no está de acuerdo; (si no lo hiciera, no sería buen amigo). Un amigo llora nuestras penas; reza por nosotros cuando no alcanzan gestos y palabras; disfruta nuestras alegrías; por eso en la amistad verdadera no hay celos ni envidias.
¿Es posible ensanchar la amistad hacia todos? La humanidad necesita abrirse a amar a todos en un trato de amabilidad, tolerancia, respeto, comprensión por el otro para construir puentes; esto es “amistad social” contrapuesto a “enemistad social” que genera divisiones cuando no, odio.
A esta altura de la vida hemos experimentado en carne viva que… “cuando un amigo se va queda un espacio vacío”… pero habita en nuestro corazón y aún en la tristeza brilla la luz de la esperanza…
Mantengo la dicha de tener buenos amigos, algunos me acompañaron un tramo de mi vida y otros en más largo recorrido, son entre sí muy distintos, con unos comparto algunas cosas, con otros, otras; pero eso poco importa. Nos conocemos en nuestras diferencias que cuidamos respetar, y nos enriquecemos mutuamente. Este es el valor y la alegría de la amistad.
"Si los problemas tienen solución, no hay de qué preocuparse; y si no los tienen, tampoco", hemos dicho más de una vez ignorando que es una "Máxima" de Epicteto, filósofo que perteneció a la escuela estoica, fundada por Zenón de Citium.
La escuela estoica es post aristotélica, la preocupación filosófica ya no era la metafísica, sino la moral. Mirando la naturaleza humana como ideal, se orientó a la búsqueda de una vida tranquila, feliz. Esos criterios inspiraron a estos filósofos... (ver más)