A veces pareciera que sí, en lo que hace a gustos, preferencias, percepciones estéticas, puntos de vista sobre una cuestión. Si afirmamos que así es, ¿significaría que estamos relativizando el concepto de verdad? ¿O afirmando que “no hay verdad”? ¿O que depende del individuo? ¿O que un mismo hecho puede ser interpretado de formas diferentes, porque consideramos que el conocimiento humano está condicionado por historia y cultura?
La verdad no se muestra, hay que de-velarla, quitar el velo que nos hace difícil captar lo que realmente es. Nuestro conocimiento de la realidad es limitado, fragmentado, entonces en ese proceso hay perspectivas, enfoques parciales, errores, limitaciones.
Que haya interpretaciones diferentes sobre una realidad, no significa que no haya verdad. Lo real tiene una verdad objetiva que depende de lo que la cosa es, y no del sujeto que intenta conocerla. Entonces ¿existe la verdad? SI. Lo limitado es nuestro conocimiento de la realidad, lo que hasta hoy podemos conocer.
En esto varían las teorías filosóficas, mientras unos sostienen que el hombre puede acceder a la verdad, otros consideran que “encontrarla se convierte en eterna utopía”. Para el subjetivismo, que se ha acentuado en la sociedad actual caracterizada por un exacerbado individualismo, la verdad depende de cada uno: “mi verdad, tu verdad”. Esto puede ser dañino (Hitler y “su verdad” de la superioridad de la raza aria, impuesta y usada para eliminar millones de personas).
Si la verdad depende de cada uno… ¿Qué valores comunes sustentan a las normas? ¿Cómo se sostienen las instituciones, los códigos de ética?
En esta teoría la verdad es fruto de un acuerdo o consentimiento dado en una comunidad de diálogo (ej. comunidad científica); y también la que resulta del “consenso social”, en este caso se tiene por verdad lo consensuado por grupos determinados en un determinado tiempo ¡y esto es tan cambiante!
Esto impacta en nuestra vida: si cada uno tiene “su verdad”, o si lo verdadero depende del consenso social, vivimos en la incertidumbre, con la sensación de poner el pie en arenas movedizas, de que no hay nada sólido para seguir caminando.
Hay verdades objetivas que nadie puede negar y que no dependen del individuo ni del consenso: que somos mortales, que envejecemos, nos enfermamos; tenemos ansia de libertad, de verdad, de trascendencia; que somos racionales, que tenemos derechos esenciales, que deseamos paz.
La verdad existe; que no podamos llegar plenamente a ella (por ahora), o que la retaceemos, o que no la queramos ver o aceptar, es otra cosa.
Hay que seguir haciendo el esfuerzo por “des-ocultar” hasta que surja “lo que está patente”: “aletheia”, la verdad para los griegos.
Hay billetes falsos, mensajes falsos, noticias falsas… Vivimos en un muelle colchón de mentiras muchas veces aceptadas a sabiendas, y propaladas porque “salió en tal medio de comunicación” o “me lo enviaron por WhatsApp” o “así me lo dijeron”. El problema es cuando la mentira nos toca en primera persona, o nos afecta, entonces reaparece el valor de la verdad.
El tema de la verdad es insoslayable para la filosofía, desde los primeros pensadores hasta este tiempo posmoderno de verdades líquidas y mentiras sólidas... (ver más)